Exposición Aldea Global, de Miguel Oñate
Aldea Global es un vivero de ciudades, una apostasía de paisajes en constante diálogo con los colores que cuestionan la naturaleza, la verticalidad de los conceptos y la inercia de las estructuras.
Es una exhortación a habitar el albor que es una poesía polifónica, un depósito de geografías que guían a los extraviados en busca de respuestas, huyendo de lo concreto y de lo figurativo, pues la materialidad se aleja del mundo real que son los sueños, lo onírico, que se reubican en el lenguaje del sigilo. Una declamación de la esencia del origen, una savia críptica e indemne de un artista, que se comporta como un pequeño dios, como lo proclamó Vicente Huidobro con el Creacionismo.
En Aldea Global los empastes, la mezcla de tonalidades y las veladuras convergen, se contradicen, se resignifican en ciudades invisibles, como las de Calvino, que en vehementes pinceladas, como barridos, nos crean eclosiones, huellas hermenéuticas de los trazos que son más legibles que los mismos códigos y espejismos dominantes de los medios de la sociedad tecnológica, como lo advirtió Marshall McLuhan con su concepto homónimo de esta exposición.
La pintura de Oñate, en ese sentido, es un viaje para sumergirnos en imágenes de lugares que no conocemos, a los que nunca hemos ido y que consideramos como nuestros. Vivimos en una aldea global donde nos cruzamos permanentemente con todos los pasajes y todos los lapsos a la vez.
Con ímpetu rebelde, de manera cada vez más libre, arbitraria e imaginativa, el mundo representado por Oñate se convierte en un universo incorpóreo en sí, poseído por la evocación del horizonte que trasciende incesantemente en estas obras, que enmiendan lo convencionalmente real, espacial y palpable; alzando, con ello, una duda ¿hace falta revelar la abstracción en un mundo abstracto?
Sergio Pinto Briones
Exposición The Silent Garden
La contemplación serena, tranquila , sosegada, casi sigilosa.
El mundo, la materia, lo que construimos, lo que nos invade.
Parto de un esquema mental previo en el que dispongo los espacios llenos y vacios de contenido -generalmente evocan la Naturaleza- para que me ayuden a comenzar en una dirección concreta, con un objetivo claro pero, poco después, van apareciendo las formas libres, individuales que se entretejen entre ellas como si de una urdimbre se tratara, sin pretender que el resultado sea mecánico, todo lo contrario, el fin es la organicidad del conjunto .
Dispongo los elementos plásticos, abstractos, como si de una melodía, musical se tratase, utilizo todas las gamas cromáticas que tengo a mi alcance. colores cálidos en ocasiones o fríos en otras, que determinan mi estado anímico en ese momento: Libertad, elevación espiritual, plenitud, dicha, aproximación, encuentro, acercamiento, contacto, tantas cosas… inmediatamente, como si de una ola gigantesca que lo inunda todo se tratase, los trazos, los grafismos, aparecen con furia, sin avisar, tomando protagonismo y generando un mundo plagado de velocidad y de movimiento continuo -intemporalidad- que se intercala entre los volúmenes matéricos y se yergue indisciplinada y desafiante. De tal modo que, este armazón dibujístico» visible, no permanece relegado como en la pintura tradicional ocurre, es el contrapunto idóneo que completa una experiencia plástica en la que los protagonismos del color y el dibujo se equilibran para generar un discurso que necesita de todas las partes con la misma relevancia.
Me planteo la creación de mi obra como un ejercicio de continuidad, lleno de posibilidades que vienen dadas por la aceptación y el cambio de rumbo .